POR SILVIO CABRERA
La Justicia es igual para todos. Un decir que del dicho al hecho hay tremendo trecho, a juzgar por la diferencia notable que se observa en los tribunales cuando se juzga a un rico y cuando el justiciable es un pobre.
Si se quiere establecer diferencia sólo hay que darse un paseo por la Tercera Sala de la Cámara Penal de la Corte de Apelación del Distrito Nacional donde se conoce en segundo grado el caso Baninter. Veamos…
Antes, esta Corte solo era un salón maloliente, con el piso curtido, los bancos sucios y llenos de letreros de los presos, con escrituras, por ejemplo como está: “por aquí pasó Kico 41”, “aquí estuvo come vidrio” y “El Loco de la 20”.
Antes, para escuchar a un juez había prácticamente que subir al estrado. Ahora en el juicio Baninter, por el contrario el sonido en la sala que se emite a través de micrófonos es impecable.
Los bancos los lustraron y los pintaron con finas pinturas de caoba, el piso lo brillaron y lo enceraron, hasta el punto que cualquiera que no esté acostumbrado a caminar en ese tipo de piso se cae.
Hay áreas exclusivas habilitadas para los acusados, la prensa, los camarógrafos y los visitantes. No se respira el calor sofocante de antes, ahora, en Baninter, el aire congela.
El problema es que los acusados, perdón “los imputados”, no son los mismos. No son ni Kico 41, ni Come Vidrio ni El Loco de la 20. Los acusados, perdón, “los imputados” son Ramón Báez Figueroa, Viviano Lubrano de Castillo, Luis Alvarez Renta y Marcos Báez Cocco. Y no dizque la justicia es igual para todos?,
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